Gautama con Lacan: Ética del Psicoanálisis Budista
Para el Psicoanálisis Budista, el saber lo que todos conocen no es la verdadera sabiduría, pues ésta comienza en el plano en el que los otros no saben. Por ello, la verdadera ciencia meditativa se encuentra más allá de la ciencia académica.[1]
A través de la cruel visión freudiana,[2] la articulación Gautama-Lacan transmite que el goce inconsciente es un mal porque entraña el mal del prójimo.[3] Así, el Maitriyana presenta al aprendiz la tesis del cruzamiento hacia la frontera del Ser, es decir, hacia el más allá del principio del bien que constituye la ética de lo bello, la cual es el Arte Espiritual y la Sublimación (Nirodh).
Concordantemente, el eje central de la síntesis dialéctica del Psicoanálisis Budista es la comunión con una ética de la Vacuidad. Para la articulación Gautama-Lacan ese Camino analítico meditativo posiciona un sujeto trans-ético, que tras haberse reconciliado con su falta-en-Ser puede hacer poesía con la traumática situación existencial de la finitud, lo que en términos clínicos se conoce como Cura (Nirvana) de la frustración generada por la escisión (Spaltung).
Precisamente, el Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) es la personificación de la estructura sublimatoria (Nirodh), pues al atestiguar la imposibilidad fundamental del sujeto de escapar del Deseo (Kama), encarna así el prototipo perfecto del semblante del psicoanalista budista que evanescentemente ha encauzado el Deseo hacia el saber-no-sabido.
De esta manera, la figura del maestro espiritual revela la posibilidad de una evolución de la subjetividad, demostrando en cada acto y palabra la importancia del amor incondicional (agape) al saber que caracteriza al dispositivo de la meditación analítica. Esto se debe a que la sabiduría del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) le es ajeno al aprendizante, siendo éste instaurado como un sujeto supuesto al saber inconsciente. Por ende, es evidente la trascendentalidad de la epistemología del Psicoanálisis Budista con respecto a la psicología clínica, pudiendo nutrir la práctica terapéutica del sujeto por medio de la Atención Plena flotante del maestro espiritual.
Pero el Discurso Analítico de la Espiritualidad ha demostrado que el Bien (Gute) tiene su margen donde el goce inconsciente del síntoma tiene derecho al sufrimiento y la frustración (dukkha).[4] La articulación Gautama-Lacan se refiere entonces al constructo metaterapéutico inventado por el Psicoanálisis Budista, cuyo símbolo actual emerge como Maitriyana. Bajo esta modalidad transdisciplinaria del Discurso Analítico, el Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) opera como un metapsicólogo, desplegando su accionar a partir de su propio Despertar (Bodhi) para que la incompletud inefable del Sí-Mismo resuene en el centro mismo del Deseo (Kama).
Este profundo descubrimiento subjetivo ha llevado no sólo a caracterizar al Yo como una defensa ilusoria contra el aspecto inevitable de la existencia, sino también como una estructura sintomática que expresa simbólicamente el conflicto psíquico fundacional del individuo mediante la constitución de un compromiso entre el Deseo y la pulsión de muerte (mara). Por ello, el Maitriyana diferencia al sujeto de la instancia engañadora del Yo, el cual conserva un carácter cautivante e imaginario del que el aprendiz debe desprenderse para acceder a la concepción analítica meditativa de subjetividad.[5]
En concordancia, el maestro espiritual desea que su aprendiz se libere (moksha) de su compulsión a la repetición (karma), apuntando al revolucionario proyecto de la trascendencia del Yo espejado. Así, el fin de análisis meditativo asciende al mundo un sujeto sublimado y más aceptativo de lo Real y de su escisión o vacuidad constitutiva (sunyata).
En concordancia con el Maestro Freud, la función de la meditación analítica no se limita a responder a la demanda de no-sufrimiento, sino que enseña al aprendiz a aceptar que el sufrimiento (dukkha) es constitucional en la existencia. Este aprendizaje dialéctico pretende transitar de la miseria neurótica a la desdicha cotidiana. Así, para el Maitriyana, la frustración constituye una Verdad organizada a través de la Vacuidad, la cual es la Escisión (Spaltung) constitutiva del sujeto dividido por la fuerza pulsional del lenguaje. Ergo, el Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) no responde a la demanda yoica del aprendizante con el fin de preservar la experiencia traumática del Vacío, siendo un acto de renuncia que determina una situación más allá de la culpa y el miedo en la cual el sujeto debe aprender a responder no cediendo impulsivamente a su Deseo.
El Discurso religioso metafísico trata de evitar, desplazar (verschiebung) y reprimir (verdrangung) a la Vacuidad, mientras que el Discurso científico materialista directamente lo forcluye (verwerfung) al tapar el síntoma constituyente del ser-parlante. Por eso es que el Psicoanálisis Budista no puede ser confundido con los Discursos de la religión y del materialismo, emparentándose únicamente con el Camino del Arte, la Sabiduría y la Espiritualidad.
No obstante, los contemporáneos paradigmas científicos, como la Física Cuántica y la Teoría de Sistemas, han avanzado notablemente hacia una concepción no-mecanicista y no-reduccionista de la humanidad y del Universo, priorizando una visión holística de la vida que es concordante con las tradiciones espirituales que permiten a los pueblos una salida de la alienación y la posibilidad de aprehensión de la traumática experiencia del vacío. Es en este diálogo fructífero en donde el Maitriyana debe insertarse, reconociendo a las ciencias relativistas como un modo de expresión para la Verdad, por ser el símbolo de una realidad que pertenece a un orden superior. De este modo, el maestro espiritual concuerda con Platón al decir que lo sensible no es sino el reflejo de lo inteligible.[6]
Más allá de los recursos neuróticos del individuo para sostenerse–en-el-mundo, el Discurso Analítico de la Espiritualidad, por medio de la articulación Gautama-Lacan, despliega una Ética de lo Bello cuya frontera bordea los cánones de la metafilosofía y la poesía, recordando siempre que la Sublimación del Deseo (Nirodh-Kama) no sólo sigue siendo un buen amparo contra el goce inconsciente sino que además es la característica principal que define al Ser Despierto (Buddha).
[1] R. de Gourmont, Le pas sur le sable.
[2] S. Freud, El Malestar en la Cultura.
[3] J. Lacan, Seminario VII: Ética del Psicoanálisis.
[4] J. Lacan, Kant con Sade.
[5] J. Lacan, Seminario 2: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica.
[6] René Guénon, El Esoterismo de Dante.
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