Gautama con Foucault

Gautama con Foucault: Espiritualidad Postmoderna

Introducción

El Maitriyana es una Nueva Vía del Budismo que reconcilia al Theravada y al Mahayana. Pero además, este Camino Revolucionario mantiene una profunda relación dialéctica con las Espiritualidades occidentales, como el Psicoanálisis, el Transpersonalismo, el Existencialismo, el Relativismo, el Socialismo y el Anarquismo. La unidad de estas perspectivas conforman un corpus práctico y teórico de Metapsicología, Metafilosofía y Metapolítica, por lo que el Maitriyana es entonces la expresión de una Espiritualidad Postmoderna para el Buddha-Dharma-Sangha.

Hacia una Espiritualidad Psicoanalítica y Socialista

El psicólogo y filósofo Michel Foucault afirmó que el Psicoanálisis y el Marxismo son formas de sabiduría donde se encuentran las cuestiones, los interrogantes y las exigencias milenarias de la epimeleia heautou. Pero, por supuesto, muy pocos seguidores de estas dos formas de sabiduría han considerado explícitamente el punto de vista de que forman parte de la Espiritualidad como condición de acceso a la Verdad.[1] Antes del advenimiento de Foucault, aquellos que no han procurado ocultar las condiciones de Espiritualidad propias de esas formas de sabiduría han sido pensadores como Assagioli, Jung, Fromm, Lacan, Frankl, Mann, Heidegger, Sartre y Wittgenstein. Este movimiento analítico-existencial desciende el campo del conocimiento hacia el estudio de prácticas concretas capaces de superar el dualismo sujeto-objeto.

A partir del diálogo Gautama-Foucault, el Maitriyana define a la Espiritualidad como un Camino práctico y experiencial por el cual el sujeto efectúa una transformación interior para poder acceder a la Verdad. Por lo tanto, el Discurso Analítico-Existencial-Libertario denomina Espiritualidad al conjunto de prácticas y búsquedas que pueden ser la purificación, la iniciación, el Desapego, el desocultamiento del Ser, la modificación existencial y la Sublimación, las cuales constituyen el esfuerzo que debe realizar el aprendiz para tener acceso a la Verdad o Propósito (Dharma) de la vida.

La Espiritualidad postula que la Verdad nunca acontece por medio de creencias metafísicas, sino a través de un conocimiento cumbre (Satori) que transforma al sujeto, desplazando el dominio del Ego para producir una Reconciliación (Maitri) con el Ser reprimido. Esto significa que sin práctica no hay una conversión ética de la consciencia y, por lo tanto, no hay acceso a la Verdad.

El Discurso Analítico-Existencial-Libertario es una vuelta a lo Real, liberando al aprendiz de la repetición inconsciente (karma-avidya) de patrones psíquicos y vinculares que interfieren con la autenticidad y espontaneidad de la estructura sublimatoria (Nirodh).

El movimiento del Maitriyana considera que en el mundo contemporáneo es una tarea urgente y fundamental constituir una ética del cuidado del Sí-Mismo, pues ciertamente la práctica de la meditación es la forma más eficaz de resistencia a la opresión del Poder político capitalista. De este modo, el cuidado de uno mismo no sólo es una condición de acceso a la Verdad de la vida, sino también es una incitación a ocuparse de cambiar el mundo. Este cuidado del Ser fue una de las prácticas espirituales que los Esenios (Terapeutas) transmitieron a Occidente tras las misiones del Rey Ashoka, siendo una capacidad estoica vigente tanto en Sócrates como en Séneca,[2] pues en definitiva se halla en todas las principales corrientes filosóficas.[3] Sin embargo, esta dirección individual no puede realizarse sin la presencia de una intensa relación de afecto y amistad hacia el prójimo, pues la Espiritualidad es un estilo de vida determinado por la ética. Justamente, el maestro espiritual se caracteriza por poseer una palabra ética que dice todo (parrhesía) desde la apertura y sabiduría del corazón (karuna-prajña), no escondiendo su Verdadero Ser y hablando francamente acerca de las condiciones que oprimen la Libertad. Si bien la palabra verdadera y terapéutica generalmente se despliega en un pasaje del maestro espiritual a los aprendices, en última instancia, cada sujeto se salva por sí mismo. Esta responsabilidad y libertad estructural del sujeto en el proceso de su propia Cura (Nirvana) es algo que el mismo Maestro Dogen supo percibir.

La articulación Gautama-Foucault entiende a la Espiritualidad como un número de operaciones analíticas, existenciales y libertarias mediante las cuales el aprendiz debe purificar su mente, volviéndose capaz de estar en contacto con la naturaleza divina que existe en sí mismo y en el prójimo. Por ello, la ética del cuidado de uno mismo conduce simultáneamente a la búsqueda de salvación de los otros. El Despertar (Bodhi) del Ser es entonces la mejor vía para poder trabajar por la liberación del mundo. Así, el Maitriyana aclara que el Ser Libre (Arhat) es sinónimo del Ser Iluminado (Bodhisattva).

La idea de una conversión espiritual o transformación interior, como lo único capaz de brindar el acceso a la Verdad, no sólo puede ser encontrada en toda la filosofía antigua de Oriente y Occidente, sino también en el Psicoanálisis y el Socialismo. Pero a partir de la filosofía moderna de Descartes y Kant, junto con el desarrollo del capitalismo y la ciencia materialista, fue ocultada y reprimida la idea de que uno no puede tener acceso a la Verdad si no cambia su modo de ser.[4] Evidentemente, la Espiritualidad se diferencia de la religiosidad, considerando que sin la presencia de una práctica de transformación compleja no es posible que el sujeto acceda a la Verdad, pues el Ego únicamente puede percibir ilusiones y fantasías (Maya). Ciertamente, como ha afirmado el Maestro Lacan, el sujeto puede acostumbrarse a los rasgos de lo Real, que son la insatisfactoriedad, la impermanencia y la insustancialidad, pero a la Verdad es reprimida por la consciencia ordinaria. Y es por este motivo que el trabajo de transformación interior, al producir la des-represión del Verdadero Ser, ayuda al aprendiz a dejar de vivir en un mundo ilusorio.

En concordancia con Foucault, el Maitriyana llama Espiritualidad a la indagación práctica y experiencial mediante las cuales el sujeto se autorrealiza y transforma para tener acceso a la Verdad.[5] En definitiva, esto lo efectúa el Ser mismo del sujeto. Al mismo tiempo, el diálogo Gautama-Foucault hace evidente el carácter espiritual del Psicoanálisis,[6] cuyos conceptos cruciales se desplazan desde el registro psicológico hasta el de la Espiritualidad, siendo ésta la revolución iniciada por Jung, Fromm y Lacan. Hadot y la genealogía foucaultiana permiten identificar al freudismo y al marxismo como perspectivas anti-religiosas que al mismo tiempo fundan movimientos espirituales que buscan liberar y curar a los seres humanos del opio de los pueblos. En este sentido, Marx es un gran revolucionario de una talla espiritual tan grande como la del mismo Confucio.

Además, el Psicoanálisis y el Socialismo pueden ser reconocidos como metacientíficos, pues su problema central pasa por cómo debe ser el sujeto para tener acceso a la Verdad, es decir, qué tipo de transformaciones debe iniciar para salir de la ilusión y la ignorancia existencial (avidya), la cual es el veneno más poderoso para la mente humana. Esta cuestión absolutamente típica de la Espiritualidad Budista puede ser encontrada en el principio y en el fin de los saberes del Psicoanálisis y el Socialismo.[7] Sin embargo, considerar esto explícitamente requiere de una claridad y valentía que muy pocos han tenido en la historia del pensamiento. El Maitriyana considera entonces como fundamental que el mundo retome la relación del sujeto con la Verdad desde el punto de vista de las técnicas y prácticas de transformación o conversión espiritual. Para esto se requiere atravesar la normalización del saber que genera tanto el Discurso religioso como el académico. En el siglo XX, como percibe la articulación Gautama-Foucault, muy pocas personas en el mundo han tratado de restablecer la cuestión de cómo el sujeto puede acceder a la Verdad, y ciertamente Heidegger y Lacan se encuentran dentro de este selecto grupo de precursores del Maitriyana. No obstante, la mayoría de los seguidores del Psicoanálisis y del Socialismo olvidan la cuestión de la formación del sujeto para el acceso a la Verdad, y éste ha sido el precio que han pagado para tener crecimiento académico e institucional dentro del ámbito cultural.

La articulación Gautama-Foucault valora los análisis del Maestro Lacan como un intento de centrar al Psicoanálisis dentro de la cuestión del sujeto y su Vía hacia la Verdad. Así, el Maitriyana reconoce a Lacan como alguien que abandonó el positivismo psicológico e hizo resurgir a la Espiritualidad en el interior mismo del Psicoanálisis,[8] reflotando la más antigua tradición de la epimeleia heautou, que es la transformación que el aprendiz debe experimentar para atravesar la ilusión (Maya) y decir la Verdad.

El Psicoanálisis no es una rama sofisticada de la psicología,[9] del mismo modo que el Socialismo no es meramente un capítulo radical de la política. La articulación Gautama-Foucault permite desocultar el oscuro secreto de ambas disciplinas, tomando consciencia de que son movimientos espirituales que ayudan al sujeto a realizar un trabajo sobre sí mismo para poder acceder a la Verdad y reabsorber la Vacuidad-del-Ser dentro del conocimiento cumbre (Satori) de uno mismo.

[1] M. Foucault, La Hermenéutica del sujeto.

[2] J. Allouch, El psicoanálisis ¿es un ejercicio espiritual? Respuesta a Michel Foucault.

[3] M. Foucault, La Hermenéutica del sujeto.

[4] M. Foucault, La Hermenéutica del sujeto.

[5] M. Foucault, La Hermenéutica del sujeto.

[6] J. Allouch, El psicoanálisis ¿es un ejercicio espiritual? Respuesta a Michel Foucault.

[7] M. Foucault, La Hermenéutica del sujeto.

[8] M. Foucault, La Hermenéutica del sujeto.

[9] M. Foucault, Lacan: el ´liberador´ del Psicoanálisis.

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