Espiritualidad Maitriyana: la Revolución Postpsicoanalítica

Espiritualidad Maitriyana: la Revolución Postpsicoanalítica

El Psicoanálisis Budista habita un Discurso Analítico Existencial Libertario (Buddha-Dharma-Sangha) compuesto de diversas estrategias contemporáneas que integran la Espiritualidad Reconciliadora del Maitriyana. Ciertamente, el Propósito (Dharma) del Psicoanálisis Budista es transitar hacia el Despertar (Bodhi) del aprendiz, convirtiéndolo en un maestro espiritual. Pero esta finalidad analítica tiene un alcance radical cuando se establece su relación con prácticas existenciales y libertarias que también transforman la mente y producen una nueva subjetividad. Así, tanto el Existencialismo como el Socialismo contribuyen apasionadamente con el Maitriyana en la construcción crítica de un Postpsicoanálisis, intentando configurar una metapsicología radical con soporte espiritual en su producción sublime. Por ello, mediante la práctica de la meditación analítica, explícita o implícitamente se posiciona al sujeto en una política contracorriente a las normas dominantes del Discurso social. El Psicoanálisis Budista juega entonces una función de referente crítico en construcciones psicológicas, filosóficas y políticas.

La rúbrica del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) se siente inmediatamente en la posición de construcción postpsicoanalítica del Maitriyana, cuyo enemigo es el esencialismo yoico, metafísico y determinista. Por lo tanto, el movimiento postpsicoanalítico del Psicoanálisis Budista construye una experiencia subjetiva nueva y revolucionaria que reinventa la mente del aprendiz y transforma su red vincular anteriormente determinada por mecanismos históricos y estratégicos del Poder social. De esta manera, la práctica analítica contemplativa es un Contrapoder en tanto instancia productora de subjetividad sublimada. Debido a que el Maitriyana muestra que no hay esencia humana sino sólo Fundamento Dinámico Vacío, se construyen dispositivos místicos que reúnen lo aparentemente dividido, estimulando el conocimiento cumbre (satori) reprimido por el Poder social productor de subjetividad ordinaria. Esto implica que el Psicoanálisis Budista reorienta la subjetividad hacia el estado de consciencia ampliada y superior (ECAS) de la Sublimación (Nirodh) o la Cura (Nirvana). De este modo emerge una nueva e inesperada forma de mente que finalmente se desidentifica de las apropiaciones que el Poder realiza. Por consiguiente, la práctica de meditación analítica provoca y prepara gradualmente el ámbito para el emerger súbito de una subjetividad libre e iluminada frente a los códigos normativos del imperio capitalista.

Indudablemente, son muchos los aspectos en los que la enseñanza de Siddharta Gautama precedió a Sigmund Freud y Jacques Lacan, como el examen efectuado sobre el sujeto del inconsciente, la transformación ética del aprendiz, la incompletud e imposibilidad del Saber Absoluto, el modo de la función ilusoria del Ego, la crítica al desarrollo evolutivo biológico del ser humano, la concepción del vacío como lo único natural, la presencia de la locura en la mente ordinaria, la Sublimación (Nirodh) de lo libidinal, la desfundamentación del anhelo de completud, y la distinción radical de lo analítico con respecto al fortalecimiento psicoterapéutico del Yo. Estas secuencias constituyen itinerarios metapsicológicos del Camino del Maitriyana más allá del dominio clínico y opresivo de la psicología y psiquiatría. Al tomar la decisión de respetar las lecturas de Freud, Lacan y Foucault, el sentido del Psicoanálisis Budista se mantiene como un estruendo que debe ser escuchado, estremeciendo al mundo al demostrar que el sujeto es vacío, escindido e interexistente, no teniendo un origen absoluto (Atman) sino una función incesantemente dinámica. Al plantear una subjetividad vacía e interexistente, el Maitriyana reconoce al Verdadero Sí-Mismo como un Fundamento Dinámico Vacío, pues el aprendiz es acercado a la experiencia de lo Real como insatisfactorio, impermanente e insustancial, siendo esta vivencia traumática y angustiante la incesante y perenne posibilidad de decisión y transformación del sujeto. En definitiva, cuando el Psicoanálisis Budista acepta a Freud y Lacan también se incorpora dentro de la articulación del Maitriyana a la analítica de la existencia de Heidegger, el Psicoanálisis Existencial de Sartre y la estética de la existencia de Foucault, creando una técnica metapsicológica de amplias posibilidades, un arte metafilosófico de vida y un escape metapolítico ante la alienación estructural del sistema social.

El aprendiz del Psicoanálisis Budista se entrena en las condiciones de autoconfiguración y Autodespertar que puede ser alcanzado a través de la intermediación vital del maestro espiritual. En la contemplación analítica toda estructura debe ser superada, dando lugar a un sujeto cuya única forma es el vacío como experiencia multiforme y plural que no encuentra otro límite más que la lógica dialéctica paradojal. En cierto sentido, puede afirmarse que en el Maitriyana esto constituye la evanescencia del delirio de la palabra y del intelectualismo. En concordancia con Foucault, el Psicoanálisis Budista erradica la ilusión de la experiencia yoica, creando el proyecto o Camino para que el aprendiz pueda reconciliarse consigo mismo, adquiriendo entonces una subjetividad despierta y conscientemente elegida. Esta posición postkantiana del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) concibe como única ley universal a la ley elegida por el propio sujeto tras haber aprendido de los obstáculos de la vida, los cuales son los mejores instructores de la transformación. Al extraer sentido y enseñanza de los impasses del existir, el aprendiz puede abrirse a una forma incesante de transformación cuya fórmula social es el contrapoder, la transgresión, la resistencia política y la elección de uno mismo. Estos valores dan lugar a la contracultura de la revolución postpsicoanalítica, la cual por medio de la proliferación del Amor Espiritual hace valer un Contradiscurso frente al materialismo imperante.

Si la Vía del Maitriyana se consagra a la exigencia del aprender a ser libre y no ceder en otros la propia elección, este Camino práctico y transintelectual está seriamente abocado a usar los términos de Freud y Lacan para reconducirlos hacia la experiencia del Despertar (Bodhi) que es inherente al Psicoanálisis Budista. En el Maitriyana hay una alianza espiritual con Freud, Lacan y Foucault, diferenciando al Psicoanálisis Budista de la ciencia psicológica y psiquiátrica a la que se intenta superar. Aquí, la piedra angular no es el fortalecimiento del Yo, sino el proyecto de disolución del Ego, construyendo un tipo de sujeto evanescente (nirvanasattva). Por lo tanto, la meditación analítica es una práctica del cuidado de sí que encamina el saber del aprendiz hacia la Verdad, transformando la mente al abordar sublimatoriamente las exigencias pulsionales del goce inconsciente. Esta posición del Maitriyana sublima el placer y el Deseo, provocando un estallido al volver a hablar de Amor, el cual es el aspecto transhistórico de la vida humana que posibilita todas las historias.

En concordancia con Lacan, en la ontología vacía del maestro espiritual, la insatisfacción (sexualidad), la impermanencia (mortalidad) y la insustancialidad (lenguaje) nombran la misma expulsión o imposibilidad transhistórica de la existencia. En este sentido, la imposibilidad de la completud hace que las relaciones sociales –como la familia y las normas jurídicas- no sean más que velos ante dicha imposibilidad transhistórica, intentando controlar y producir las representaciones subjetivas a través del Discurso social imperante. Sin embargo, este falso sentido del Ser es superado por la identidad emergente de la Cura (Nirvana), la cual no se desentiende de lo Real que es la imposibilidad de completud y su respuesta necesaria en la frustración (dukkha).

Desde la enseñanza del Psicoanálisis Budista se atraviesa el dualismo esencialismo-nihilismo, desocultando la cuestión determinante de la construcción de la revolución postpsicoanalítica. Así, en concordancia con Lacan, en la enseñanza del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) hay un desmontaje gradual del neurocentrismo que piensa a la estructura neurótica como culminación o centro de sentido de la consciencia. En esta misma dirección, el maestro espiritual afirma que el Despertar (Bodhi) constituye la estructura sublimatoria o lugar último desde donde se comprenden mejor todas las otras prácticas psíquicas entendidas como desviaciones o fijaciones en el desarrollo espiritual. En realidad, el Maitriyana aclara que el apego a un goce masoquista inconsciente no es resuelto ante el establecimiento de un supuesto desarrollo evolutivo del Ego o maduración de la personalidad, existiendo incluso apego en la instancia de atravesamiento-reconstrucción del fantasma (maya), pues básicamente el Desapego no es no-apego. En este punto, la perversión, la psicosis, la neurosis e incluso la Sublimación (Nirodh) son todas respuestas distintas ante la imposibilidad de completud o Vacío-en-Ser, constituyendo la respuesta sintomática del existir ante el Propósito (Dharma) del Deseo. No obstante, existe una clara estratificación y jerarquización entre cada práctica psíquica estructural.

Efectivamente, el Psicoanálisis Budista no se propone promover la multiplicación de las estructuras subjetivas, sino más bien proponer a la Cura (Nirvana) ética como una estructura psíquica superior al dominio de la neurosis del sujeto ordinario. Esto no sólo es una revolución dentro del campo de la psicología y filosofía, sino que también se propone introducir y desplegar una política de resistencia frente al Poder dominante que –según pensadores como Riviere, Lacan y Foucault- construye a la mente a través de vínculos de lenguaje. La fórmula de este dilema analítico contemplativo es: sujeción versus subjetivación, o apego versus liberación. Por ello, el Despertar (Bodhi) desarrolla una respuesta de subversión y resistencia, resignificando el goce por medio de la Sublimación (Nirodh) para alejarlo del masoquismo inconsciente. Aunque el individuo pueda ser considerado como un producto del Discurso del Poder, para apelar a la resistencia política y la Cura (Nirvana) espiritual hay que desocultar el resto inasimilable e incontrable por los vínculos de lenguaje, el cual es una decisión originaria no producida por el Poder. Éste es el Ser Vacío o Verdadero Sí Mismo que emerge como un proceso de incesante transformación e invención de una subjetividad nueva, sublime y siempre subversiva y desinstituyente. Al liberarse del apego y la repetición (karma), el aprendiz puede resignificar su existencia en el mundo, eligiendo aquello que desea.

La subjetividad sublimada del Despertar (Bodhi) es una renovación incesante de la identidad y del estilo de vida, pues se trata absolutamente del aprendizaje espiritual como puesta en práctica del Discurso Analítico Existencial Libertario (Buddha-Dharma-Sangha), en el cual el sujeto sublimado o Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) acepta la Vacuidad o castración existencial, invitando a la humanidad a salvarse del Apocalipsis capitalista a través del encuentro con una subjetividad autoconstruida. Así, al igual que Foucault, el maestro espiritual es el caballero de la autonomía, pero también es el caballero del Sentido de lo Real, sabiendo con valentía que la emancipación ética o Liberación se encuentra más allá del movimiento circular (samsara) del Discurso capitalista. Tal transformación histórica del ser humano proviene del surgimiento de una nueva identidad basada en ideales espirituales, como el pacifismo, la justicia social, la sabiduría y la compasión, satisfaciendo las necesidades de Libertad, Igualdad y Fraternidad de toda la humanidad. Guiada por la visión post-utópica del Maitriyana, esta transformación histórica es la recreación del Deseo pero sin fundamento fantasmático (maya), lo cual significa el acontecimiento del puro Propósito (Dharma) del Ser: el Amor. Sólo en este Deseo sublimado que es la amistad con el No-Todo se encuentra el Contrapoder capaz de trastornar el andamiaje de la civilización capitalista, pues al hacer emerger lo Real el Psicoanálisis Budista se posiciona como un campo de resistencia o Contradiscurso espiritual frente a las estrategias opresivas del Poder mundano.

A partir de la articulación Gautama-Lacan se conmocionan algunos postulados básicos de la tradición psicológica y filosófica. Así, el Maitriyana plantea las condiciones de atravesamiento del fantasma (maya) del aprendiz, transformando la disciplina metapsicológica para que reconozca las consecuencias terapéuticas del descubrimiento espiritual realizado por Siddharta Gautama dos mil seiscientos años antes de Freud. Evidentemente, analistas como Lacan y Fromm tuvieron una posición amena hacia la Espiritualidad Budista, teniendo ambos la firme voluntad de mostrar la cercanía de su saber con el Discurso Analítico Existencial Libertario (Buddha-Dharma-Sangha). Aunque Sigmund Freud haya mostrado una incomprensión por las tradiciones de Oriente, es inevitable percibir la proximidad profunda de sus teorías y prácticas esenciales con las de Siddharta Gautama. Por ello, el pensamiento y praxis del Psicoanálisis Budista es tributario del movimiento espiritual de Gautama, pero también es tributario de la experiencia de Freud. Sin embargo, el homenaje realizado por la articulación Gautama-Lacan implica un más allá de Freud. Esta posición de la tradición Maitriyana significa convocar al ser-en-el-estar, reconociendo la influencia que genera la Espiritualidad como horizonte tanto del pensamiento como de la época contemporánea. En consecuencia, la enseñanza del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) muestra que la síntesis dialéctica paradojal del Discurso Analítico Existencial Libertario (Buddha-Dharma-Sangha), que es de naturaleza metapsicológica, metafilosófica y metapolítica, se trata de un Discurso Postpsicoanalítico que llama incesantemente a la Cura (Nirvana) del mundo interior y al nuevo reencuentro o Despertar (Bodhi) del Verdadero Ser del Camino.

En este sentido, el término Postpsicoanálisis o Psicoanálisis Budista designa esta actitud siempre presente en la enseñanza del maestro espiritual que consiste en ir más allá de la psicología, filosofía, política, medicina, ciencia y religion, recibiendo a la Espiritualidad Integrativa y Reconciliadora en la huella del prefijo post. Esta actitud no sólo valida espiritualmente a analistas como Freud y Lacan, sino que también convierte a Gautama en el primer psicoanalista del mundo. De esta manera, el Maitriyana confirma que lo que han enseñado Freud y Lacan sólo puede encontrarse perfectamente en la Espiritualidad Budista y no dentro de los límites de la psicología clínica. Surge entonces una corriente postpsicoanalítica totalmente diferenciada de vicios del pasado como la metafísica, el nihilismo, el academicismo y el materialismo que controlan al fantasma (maya) del Ego. Esto permite refundar la subjetividad sobre la estructura de la Sublimación (Nirodh) y la Cura (Nirvana), traspasando los límites del Yo para experimentar un nuevo modo de pensamiento complejo.

El Psicoanálisis Budista es un Postpsicoanálisis reescrito desde el punto de vista de la Espiritualidad Analítica de la articulación Gautama-Lacan, simultáneamente despejando las condiciones fundamentales de su interconexión con respecto al Existencialismo y el Socialismo. Así, la meditación analítica no sólo evanesce la miseria neurótica (dukkha) del sujeto, sino que también lo conduce a una reflexión poética y subversiva frente a la muerte y el totalitarismo. Si el Discurso Analítico Existencial Libertario (Buddha-Dharma-Sangha) ubica necesariamente el advenimiento del Ser en la Reconciliación (Maitri) con los rasgos ontológicos de la insatisfacción, impermanencia e insustancialidad de lo Real, entonces se reúnen las condiciones para que la búsqueda del Sí-Mismo sea transitada en una lógica del No-Todo. De este modo, el Maitriyana es una disyunción radical en la historia de la humanidad: o el Discurso Espiritual o la autodestrucción totalitaria. Esto no necesariamente significa que el Discurso Analítico Existencial Libertario (Buddha-Dharma-Sangha) desea encarnar un movimiento masivo, sino que la civilización capitalista extinguirá la vida sobre la Tierra (Gaia) en caso de la desaparición o indiferencia ante tal Discurso Espiritual.

El Psicoanálisis Budista sitúa a Gautama en la enseñanza de Lacan, indicando una teoría de la subjetividad sublimada cuyo avatar es el ser reconciliado (maitrisattva) que desoculta al Sí-Mismo Reprimido. En esta vertiente analítica contemplativa también se entra en resonancia con Heidegger, desocultando la falta-en-Ser o castración existencial como lo más propio y auténtico. Así, el Maitriyana comprende el Ser Inconsciente dentro de la lógica existencialista. En efecto, la enseñanza del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva), por no carecer de las paradojas del lenguaje poético, permite abandonar el falso proyecto óntico del Ego para pasar al Propósito (Dharma) del Ser y la Nada (Sunyata), el cual es la aceptación de la insatisfacción, impermanencia e insustancialidad. Esto es el establecimiento de una relación sublimatoria con el goce inconsciente, siendo la evanescencia del estado de inautenticidad del Yo. Este estado de resolución existencial es posibilitado por la meditación analítica, cuyo horizonte último siempre conlleva a la decisión histórica de transformar la comunidad (Sangha) entera a través del Despertar (Bodhi) del aprendiz. El recorrido que va desde el dominio del Ego hasta esta resolución existencial puede ser comprendido por el itinerario alienación-separación-reconciliación, sublimando la relación del sujeto con su goce inconsciente. En consecuencia, lo que orienta esencialmente al Discurso Analítico Existencial Libertario (Buddha-Dharma-Sangha) de la Espiritualidad Reconciliadora son los valores de la libertad psicológica, la igualdad filosófica y la fraternidad política, proponiendo la página ausente en la historia de la evolución de la consciencia, de las ideas y de la sociedad. Por lo tanto, el Psicoanálisis Budista tiene el Propósito (Dharma) de evanescer el orden habitual del mundo interno-externo, introduciendo una discontinuidad en el estatus quo por medio del sentido ético del silencio o bien-decir.

Sin embargo, el Maitriyana no se dedica a un trabajo de erudición intelectual y académica que meramente muestra las influencias budistas sobre distintos pensadores occidentales, sino que se trata de transmitir un decir más sabio y compasivo. Éste es el concepto fundamental que muestra nítidamente el Psicoanálisis Budista, recuperando lo sagrado a través del habla poética del maestro espiritual y su original lógica dialéctica paradojal. Esta aproximación metapsicológica y metafilosófica a la topología del Ser lo revela como una apertura (sunyata) ontológica que es reprimida por el lenguaje de la mente ordinaria, pero que es oportunamente desrreprimida en la experiencia de la Cura (Nirvana) analítica existencial. Por lo tanto, el Maitriyana accede a un decir que no proviene de un esencialismo metafísico ni tampoco de una nulidad nihilista, sino que viene desde el Fundamento Dinámico Vacío, aproximando el pensamiento a la dimensión poética del Ser. En concordancia con Heidegger, el Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) incrusta místicamente el silencio en la palabra hasta el punto de sublimar el goce pulsional y recuperar la feminidad. Tal interpretación analítica existencial que propone al pensamiento liberarse tanto de la metafísica como del nihilismo es un nuevo punto de partida para la mente, desarrollando el conocimiento cumbre (Satori) como redescubrimiento del espaciotiempo original y artístico del Verdadero Sí-Mismo.

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