Por Maestro Maitreya
El maestro espiritual percibe con profundidad lo que sucede en el mundo, por lo que denuncia el agotamiento de los sistemas políticos, económicos, culturales y medioambientales de la civilización contemporánea. Tanto la democracia parlamentaria como la democracia presidencialista evidencian incapacidad para resolver los problemas complejos de la sociedad, como la guerra, la injusticia, la ignorancia y la contaminación. Debido a que los partidos políticos han perdido la legitimidad para actuar como representantes de la ciudadanía, el Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) plantea la necesidad de constituir gobiernos que genuinamente representen a la población, particularmente en América y Asia, donde los excesos del sistema presidencialista han derivado en los males de la corrupción y el autoritarismo, pero también en Europa, donde el sistema parlamentario ha degenerado en la burocracia y la ilegalidad. Por ello, el Maitriyana propone el arte del acuerdo como resolución para esta patología social que padecen las falsas democracias del mundo, las cuales han sido infectadas por una concepción política dualista basada en la disputa entre partidos políticos, donde el que gana debe gobernar mientras que el que pierde debe ser opositor. Esta lógica dualista es la base de la actividad partidaria y la acción del antagonismo y enfrentamiento, dilapidando los recursos de la sociedad en lugar de unir energías para resolver los problemas de la sociedad. Hace más de dos mil seiscientos años el Derecho Budista planteó una propuesta dialéctica para superar la lógica dualista de las antinomias políticas, expresando la idea de la cosoberanía entre la comuna espiritual (sangha) y el Estado. Sin producir desmerecimiento por el orden cívico de un país, el Maitriyana expresa que la comuna espiritual (sangha) posee intrínsecamente autonomía, autodeterminación y libertad, por lo que su liderazgo ético y espiritual no puede ser limitado por el Poder del Estado. Esta fórmula de cogobierno plantea la necesidad de que el Poder de la Espiritualidad vigile y supervise a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Así, el Derecho Budista no se trata de una mera modalidad especial de gobierno, sino que más bien es una reflexión que replantea la modalidad de convivencia social entre el Estado moderno y los pueblos originarios. Únicamente la construcción de un consenso entre el Estado y la comuna espiritual (sangha) puede solucionar los problemas complejos del mundo. La experiencia del maestro espiritual conduce a la convicción de que para alcanzar ese objetivo de la Cura (Nirvana) de los males de la humanidad se debe avanzar hacia un tipo de soberanía compartida por la comunidad internacional, donde los Estados permitan ser guiados ética y espiritualmente por el Bien y la Rectitud. Aunque puede ser entendido como la abolición del concepto de Estado moderno, este proceso también puede ser comprendido como la construcción de una civilización sabia y compasiva, posicionando a la comuna espiritual (sangha) como un órgano de supervisión de las violaciones del Estado. Esto implicaría un proceso de apertura en el cual la sociedad debería involucrarse activamente en la toma de decisiones políticas, económicas, culturales y medioambientales, en lugar de simplemente ceder su poder a representantes corruptos y autoritarios. De esta manera, la experiencia de cosoberanía que han mantenido los pueblos aborígenes y las comunas espiritual (sanghas) de América y Asia permite enderezar el rumbo de la civilización para salir del camino del infierno y autodestrucción, consolidando una participación democrática global de las naciones como base de esa autonomía y autodeterminación. Este compromiso del Maitriyana lleva adelante una política del consenso sobre la base de alcanzar los objetivos de la paz mundial, la justicia social, la educación gratuita y la armonía ecológica, legitimando tanto a los Estados como a las comunas espirituales (sanghas). El gran promotor de esta gran coalición internacional de cosoberanía ha sido Siddharta Gautama, cuyo Camino ético y espiritual conduce a la reunificación de la familia humana. El Derecho Budista busca el diálogo como medio para construir un mundo mejor, insistiendo en el hecho de que los gobernantes, legisladores y jueces no son ungidos por Dios ni tampoco son dueños de la Verdad, debiendo cumplir con el deber de ayudar a la sociedad en su Camino hacia el Despertar (Bodhi). Por ello, los Seres Libres e Iluminados (Arhats-Bodhisattvas) son simplemente guías que acompañan a la humanidad para que ésta se salve por sí misma, pues este Propósito Supremo (Dharma) debe provenir de un esfuerzo consensuado por todos. Indudablemente, la función política del Maitriyana es crear ideas y proponer proyectos, compartiendo escenarios alternativas a través de la lógica del diálogo y el arte del acuerdo, teniendo el fin de que esas aspiraciones utópicas y benevolentes se conviertan en soluciones pragmáticas y factibles para los problemas del mundo. En este sentido, el Derecho Budista denuncia que el Estado tiene la capacidad para beneficiar la vida de toda la sociedad, aunque prefiere violar ese objetivo y mantener un sistema de opresión y alienación, motivo por el cual el maestro espiritual busca reformular la convivencia social para superar la lógica dualista del antagonismo político. La cosoberanía entre el Estado y la comuna espiritual (sangha) establece un sistema donde los pueblos originarios integran un cogobierno sobre la base de un acuerdo social constitucional. De este modo, el Maitriyana no propone un simple pacto o alianza circunstancial, sino más bien un consenso profundo que consolide un nuevo tipo de orden social más justo y solidario. Este compromiso del Derecho Budista asume la responsabilidad de recuperar la autodeterminación y libertad de la sociedad, la cual ha sido cercenada por las instituciones políticas tradicionales. Aunque es un Camino arduo, difícil y lleno de obstáculos, que requiere un pensamiento audaz y una acción majestuosa, establece un liderazgo abierto con la capacidad de incorporar al esfuerzo de toda la sociedad, refundando al Estado a través de un nuevo acuerdo de cosoberanía basada en los principios de la convivencia y la ecuanimidad. El Maitriyana plantea una nueva concepción de la política y la justicia, sembrando las semillas de la civilización del futuro. Este desafío colectivo es asumido como prioritario por el Derecho Budista, acompañando a la sociedad en su vía hacia el horizonte de la evolución.