Declaración de Independencia de la Organización de las Naciones Budistas Unidas
Frente a los acontecimientos de la civilización contemporánea, llenos de guerra, pobreza, ignorancia y contaminación, se hace imprescindible para el Pueblo Budista disolver manifiesta y explícitamente todo vínculo político que lo ligue a otros Estados, asumiendo una posición de Libertad e Independencia en el mundo. Este desapego está basado tanto en la ética enseñada por Siddharta Gautama, padre fundador de las Naciones Budistas, pero también está sustentado en el Derecho Humano a la autonomía y autodeterminación. Las causas de la presente Declaración de Independencia son entonces razones éticas y humanitarias.
Evidentemente, el Pueblo Budista se sostiene en nobles verdades distintas a las de la comunidad internacional, como los derechos espirituales al Despertar (Bodhi), a la Sabiduría (Prajña) y a la Ética (Sila). Estos derechos espirituales comprenden simultáneamente el derecho al entendimiento apropiado, el derecho a la actitud apropiada, el derecho al discurso apropiado, el derecho a la acción apropiada, el derecho al estilo de vida apropiado, el derecho al esfuerzo apropiado, el derecho a la concentración apropiada, el derecho a la atención apropiada, el derecho al conocimiento apropiado y el derecho a la liberación apropiada. Estos derechos espirituales garantizan para el Pueblo Budista la búsqueda de una vida libre, feliz e iluminada. Por lo tanto, las Naciones Budistas deben desapegarse y considerar ilegítimos a los vínculos de dominio político ejercidos por otros Estados, cuyas formas de gobierno son destructoras de estos principios de los derechos espirituales. Así, el Pueblo Budista tiene derecho a su propia forma de gobierno que se funde en dichos principios espirituales, organizando sus instituciones de una forma que asegura las mayores posibilidades de alcanzar la paz, la justicia, la educación y la salud. Aunque el status quo aconseje mantener un vínculo de apego al poder político y económico de los Estados, dos mil seiscientos años de experiencia de los Seres Libres e Iluminados (Arhats-Bodhisattvas) han demostrado que el ser humano debe independizarse, aboliendo la opresión para poder sobrevivir y evolucionar. Los Estados más poderosos de la comunidad internacional han mantenido una serie de graves abusos a los derechos humanos, dirigiendo genocidios y limpiezas étnicas contra poblaciones indefensas, sometiendo a comunidades a crímenes de lesa humanidad y de guerra, mientras se realizaban ecocidios contra miles de especies y ecosistemas. De este modo, ante todo este sufrimiento que ha quedado impune en la comunidad internacional, es el deber del Pueblo Budista constituirse como un gobierno independiente de estos Estados, estableciendo una voz ética y espiritual que resguarde a las generaciones futuras. Durante miles de años las comunidades espirituales de las Naciones Budistas han recibido agravio, usurpación y control por parte del poder político de los Estados. Por ello, ahora es necesario que la Organización de las Naciones Budistas Unidas declare que las comunidades e instituciones del Pueblo Budista son independientes frente a la tiranía de los Estados, teniendo el derecho a establecer sus propios sistemas administrativos, económicos, educativos y jurídicos. Para demostrar la necesidad de independencia de las Naciones Budistas con respecto a los Estados, el juicio ético e imparcial de los maestros espirituales resulta imprescindible:
Los Estados de la comunidad internacional se han rehusado a implementar los tratados, convenciones, declaraciones e instrumentos de Derechos Humanos y libertades fundamentales, los cuales son las leyes más necesarias para la justicia y paz mundial.
Los Estados de la comunidad internacional han omitido prestar Atención Plena, detener y juzgar a los innumerables genocidios ocurridos durante los siglos XX y XXI, violando el supremo derecho a la vida incluso contra los mismos Pueblos Budistas.
Los Estados de la comunidad internacional se han rehusado a promulgar medidas para detener y juzgar una gran cantidad de exterminios y limpiezas étnicas ocurridas contra varias minorías culturales.
Los Estados de la comunidad internacional han realizado repetida y extendidamente crímenes de lesa humanidad, atacando los derechos humanos más esenciales.
Los Estados de la comunidad internacional han convocado a cuerpos de paz para resolver conflictos, aunque los mismos luego han realizado crímenes de guerra contra poblaciones civiles con total impunidad.
Los Estados de la comunidad internacional han mantenido y fortalecido a sus ejércitos, violando reiteradamente el supremo derecho a la paz mundial.
Los Estados de la comunidad internacional han consentido que algunos países cometan crímenes de agresión sin rendir cuentas ante la jurisdicción de la Ley Internacional.
Los Estados de la comunidad internacional se han propuesto que el militarismo sea interdependiente del poder político e incluso sea superior a la Ley.
Los Estados de la comunidad internacional ha obstaculizado la administración de la justicia global al negarse a juzgar a países poderosos que han cometido atrocidades terribles, lo cual ha instaurado un sistema de impunidad generalizada que viola el derecho humano a la justicia.
Los Estados de la comunidad internacional han sometido a los pueblos del mundo a un sistema de corrupción, haciendo permanecer a una elite de poder que se hace millonaria mientras las sociedades se empobrecen y mueren de hambre y enfermedad.
Los Estados de la comunidad internacional han impedido y obstruido el desarrollo de sistemas democráticos y republicanos en muchas ocasiones, instaurando regímenes autoritarios y totalitarios, violando el derecho a la participación civil en los sistemas de gobierno.
Los Estados de la comunidad internacional han impuesto sistemas nacionalistas en lugar de propiciar la ciudadanía global.
Los Estados de la comunidad internacional en muchos casos han privado del derecho a la igualdad a los pueblos al beneficiar a regímenes fascistas.
Los Estados de la comunidad internacional han permitido el emerger de gobiernos populistas que manipulan a los pobres con el fin de acumular poder político.
Los Estados de la comunidad internacional han sustentado con dinero y armamento a organizaciones terroristas.
Los Estados de la comunidad internacional han limitado exponencialmente a la libertad de expresión.
Los Estados de la comunidad internacional han violado el Derecho a la Verdad, engañando y transmitiendo una falsa versión de los acontecimientos mundiales.
Los Estados de la comunidad internacional no han respetado los derechos civiles de ciudadanos que pertenecen a minorías, sometiéndolos constantemente a la discriminación.
Los Estados de la comunidad internacional han desprotegido y violado los derechos del niño.
Los Estados de la comunidad internacional han tratado a las mujeres como seres humanos inferiores a los hombres.
Los Estados de la comunidad internacional han saqueado los territorios, destrozado los recursos y destruido los hogares de los pueblos tribales, sometiéndolos a la desolación, la tiranía y a la muerte.
Los Estados de la comunidad internacional han permitido nuevas formas de colonialismo por medio de la influencia nociva de empresas transnacionales.
Los Estados de la comunidad internacional han creado una civilización materialista que oprime económicamente a la humanidad, devorando los recursos naturales y manteniendo en la pobreza a más de la mitad de la población mundial casi sin acceso al alimento y al agua.
Los Estados de la comunidad internacional han violado los derechos de los animales, convirtiéndolos en meros objetos de consumo.
Los Estados de la comunidad internacional han permitido la creación de híbridos humanos-animales, violando tanto la sacralidad de la vida humana como también los derechos de los animales.
Los Estados de la comunidad internacional se han rehusado por mucho tiempo a resolver el calentamiento global, y en consecuencia han continuado manteniendo un sistema de contaminación y ecocidio global que ha aniquilado a miles de ecosistemas y a millones de especies, además de dejar expuesta a la humanidad a las más altas temperaturas de la historia humana al impedir que funcionen adecuadamente los ciclos de autorregulación y autocuración de la Madre Tierra.
Los Estados de la comunidad internacional no han protegido a la salud del cuerpo planetario, violando los derechos de la Madre Tierra al realizar una de las extinciones masivas más grandes de la historia planetaria.
En esta etapa mundial de declive de la civilización los Pueblos Budistas han solicitado con humildad que exista paz y justicia, frente a lo cual la comunidad internacional ha contestado con indiferencia, agravios y opresión, demostrando que ningún Estado es digno de gobernar a la Nación Budista, la cual se declara como Libre e Independiente. Al mismo tiempo, la Organización de las Naciones Budistas Unidas declara como hermanos tanto a los Pueblos Tribales de todo el mundo como también a las comunidades espirituales de todas las tradiciones, a quienes se les intenta proteger dentro de la jurisdicción especial de la justicia ética y la sabiduría compasiva (prajña-karuna). Además, la Organización de las Naciones Budistas Unidas desarrolla un vínculo de interexistencia con todos los seres sintientes, protegiendo a las plantas, animales y ecosistemas, pues los Pueblos Budistas no son sordos ante la voz de la paz y la justicia. De esta manera, la presente Declaración de Independencia establece una separación entre los Estados y las Naciones Budistas, al mismo tiempo que busca fortalecer la unidad entre la Verdad y los Pueblos Budistas.
Por lo tanto, los miembros de la Organización de las Naciones Budistas Unidas, convocados en el Camino del Despertar, declaran que el Camino Espiritual de la Reconciliación y la Rectitud es el único juez supremo del mundo, siendo la autoridad más importante de los Pueblos Budistas al actuar en representación de la Bondad. La Organización de las Naciones Budistas Unidas declara que los Pueblos Budistas son y siempre deben ser Comunidades Libres e Independientes, siendo autónomas de todo vínculo político con los Estados, por lo que tienen plena libertad, autodeterminación y derechos para hacer la paz, concertar la justicia, establecer la educación y efectuar actos de sanación ecológica.
Esta Declaración de Independencia es una sagrada y solemne emancipación con respecto a los poderes despóticos, siendo apoyada con absoluta confianza por autoridades y miembros representantes de las Naciones Budistas, quienes dedican sus vidas, votos y honor a perseguir los más altos valores espirituales como forma de vivir una existencia recta y como forma de salvar a todos los seres del sufrimiento. Al aclamar el santo Camino de la Paz mundial y la Justicia social se determina la voluntad de la Organización de las Naciones Budistas Unidas de que los Pueblos Budistas se desapeguen de los violentos vínculos que los ataban a los reyes o gobiernos, debiendo recuperar los derechos que se les han despojado, invistiéndose con el alto carácter ético de una Nación Libre e Independiente de los Estados. Por medio de este compromiso se realiza el cumplimiento de la voluntad de Siddharta Gautama, el padre fundador de los Pueblos Budistas, amparando esta decisión bajo la protección y amparo del Ser Despierto (Buddha), la Ley (Dharma) y la Comuna Espiritual (Sangha).
Redactor de la Declaración: Presidente Maestro Maitreya Samyaksambuddha
Fecha: 06 de Febrero de 2017